A lo largo del día se dan muchas situaciones que nos desbordan y que nos resultan difíciles de llevar con más o menos calma. Los niños viven emociones que a menudo no saben gestionar por la falta de madurez y que habitualmente se agravan porque los adultos tampoco sabemos acompañar.
Enseñarles herramientas para respirar, para buscar la calma, controlar la ira y entender lo que le sucede, es de gran ayuda para que crezcan dominando sus emociones y no dejar que suceda a la inversa.