
¡No pienso ir a dormir! Cuando las madres perdemos la calma.
¿A qué madre no le supera muchas veces el momento de ir a la cama? Ni disciplina positiva, ni Montessori, ni comunicación no violenta, ni métodos perfectos.
Si, ahora podría contar toda la teoría y lo que dice cada teoría que hay que hacer, pero voy a empezar a escribir mucho, sobre cómo podemos encontrar el equilibrio sin obsesionarnos con tener que hacer todas las formaciones que existen. Creo que está bien formarse para entender todos los procesos de desarrollo e incluso para entendernos a nosotras mismas, yo estoy en formación permanente, pero hablo continuamente con madres que quieren aplicar un montón de métodos para algunas cosas para las que simplemente se requiere calma y tiempo, algo que escasea hoy en día.
Hoy comparto solo un ejemplo de las miles de situaciones de crianza que todas vivimos a diario.
En la imagen Naím tenía 5 años. Piénsalo bien, solo 5, recién nacido si lo comparamos con nuestra edad, a la que aún seguimos aprendiendo sobre relaciones. Este era uno de esos días en los que todo se cruza y parece que no hay forma de volver a la calma, a esas horas en las que una lo que más necesita es descansar.
Situación habitual – Madre gritando, niño llorando, subida de tono y de estrés por momentos, tensión, enfados, sensación de no poder más…
Y es normal, no por eso somos malas madres, somos madres humanas, imperfectas y agotadas, especialmente a esas horas. Me refiero a que es normal desbordarse, no a que debamos asumir como normal perder el control a menudo, especialmente porque no sienta bien a nadie, no ayuda a tener buenas relaciones y porque todas queremos la máxima tranquilidad posible. Incluso en mis peores momentos emocionales he sentido que no podía dejarme vencer por mis problemas, que son míos, no de mis hijos y he hecho un trabajazo para que esos momentos de tensión no se convirtieran en parte de nuestro día a día. Quería vivirlos desde la calma, así que elegí seguir con mi trabajo personal de cambio y análisis de cada situación que me hacía perder los nervios para darle la vuelta. Aprendí a respirar, a ayudar a mis hijos a salir del estado de enfado y explosión (que no significa decirles que no lo pueden tener) y aprendí a volver a mi centro sin empeorar la situación con amenazas, gritos, castigos o malas palabras.
Todos los niños/as tienen esos momentos, también los adultos en muchas situaciones. Nosotras pensamos ¡Si tienen que estar agotados! Pero ellos simplemente quieren seguir despiertos para jugar o para estar con nosotras. Uno de mis hijos siempre dice que dormir es perder el tiempo, que mientras duerme se pierde el mundo y así era de bebé, dormía poquísimo porque siempre quería ver que había a su alrededor, aprender, explorar, ver, escuchar…

No hay métodos infalibles
En esos momentos, cuando todo se desborda, solo piensa que tu hijo/a no lo hace para retarte, es que simplemente no quiere dormir en el instante en el que tu se lo exiges, y es importante que sepamos ponernos en su piel. ¿Y qué se puede hacer? Porque está claro que tienen que descansar, sobre todo si madrugan para ir a la escuela o hacer alguna actividad. A mi, personalmente, me funcionaba pensar “solo tengo que conectar y encontrar algo que le haga dar los cuatro pasos que le faltan desde la puerta de la habitación hasta la cama, se que está cansado y si se relaja, se dormirá”
¡Atención! No estoy hablando de niños/as con trastornos del sueño, ese es otro tema que necesita abordarse de un modo diferente con especialistas.
Por supuesto no hay nada infalible, aunque ofrecer a nuestros hijos/as pasar un rato juntos siempre funciona, siempre. Así que yo les ofrecía, a pesar de no poder ni conmigo misma, pasar ese rato sentados en la cama, pero despiertos. Algo así como “no pasa nada si no quieres dormir, vamos a sentarnos aquí y vamos a estar un ratito más”. Y como no, mientras tanto seguí reflexionando y pensando sobre cómo cambiar el día a día para no acabar así de agotada. No sé en qué momento todas damos por sentado que debemos llegar muertas de cansancio a la noche y que eso debe ser normal, pero de esta parte hablaré otro día.
No todos los días funciona lo mismo, un día puede funcionar leer un cuento, otro cantar canciones, otro hacer un masaje, en definitiva, se trata de buscar opciones que ayuden a calmarse. Lo se, sientes que eso implica más tiempo y no lo tienes, pero si lo piensas, no es real, porque seguramente pasas el mismo tiempo o más peleando para que se duerma sin conseguirlo, y además con mal cuerpo, así que ¿Por qué no usar ese mismo tiempo para transformarlo en un rato agradable y en un momento de conexión? Te van a dar las tantas igualmente, pero sin enfados. Y ¿Sabes qué? Te darás cuenta de que esos ratos, justo antes de dormir, en los que hay risas, caricias, besos y abrazos, te van a cargar las pilas más de lo que crees, porque cada momento de conexión con nuestros hijos/as es pura magia.
No me dirás que presenciar una sonrisa así no lo vale todo. No es de una gran calidad, pero eso no importa, esa carita es lo que importa.

A veces se necesita más tiempo, otras menos, y eso es lo que no solemos permitirnos, TIEMPO. La crianza requiere tiempo. Presionamos para que obedezcan YA, sin darles tiempo de reacción, de procesar, de pensar, de calmarse y eso no ayuda en absoluto a que aprendan a conocerse y a entender sus propias emociones porque no se les permite vivirlas ni sentirlas.
No importa si el enfado, rabieta, conflicto, o lo que surja, es por dormir o por cualquier otra cosa. El tiempo que podamos dedicarles para que entiendan que les sucede y aprendan a gestionarlo, marcará la diferencia. En ocasiones tenemos que dedicar ese tiempo a la vuelta del trabajo, o el fin de semana, sea como sea, es importantísimo conseguir algún momento, si es posible a diario.
Ahora quizá estás pensando ¡Tú lo ves muy fácil! Como se nota que … acaba la frase. Me las han dicho todas. Como se nota que tu puedes dedicar todo el tiempo del mundo a tus hijos, como se nota que no tienes problemas familiares que te estresen, como se nota que no tienes problemas económicos, como se nota que tus hijos no la lían continuamente, como se nota que… Y ahí la respuesta es siempre ¡Como se nota que no me conoces lo suficiente! Cuando comparto mis reflexiones y vivencias, no son precisamente desde una experiencia de vida fácil, nada fácil. Así que te invito a que estés en el momento de tu vida que estés, hagas una revisión de cómo te gustaría vivir tu maternidad y la crianza de tus hijos/as, y empieza a introducir pequeños cambios. No lo vas a conseguir de un día para otro, pero si abordas un cambio detrás de otro, sin agobiarte pero sin dejarlo pasar, estoy convencida de que podrás tener una maternidad más relajada.

Si no sabes cómo abordar algunas situaciones y a pesar de todo lo que lees te sientes perdida, te invito a entrar en la escuela de formación de Jaisa, desde la que voy a acompañar a todas las familias que quieran compartir su día a día. Nuestra escuela no es solo para formarse en la parte académica, toda la parte emocional va a tener un peso muy importante y en eso, estoy convencidisima de poder ayudarte.
¡Te espero en la escuela! Dentro encontrarás una comunidad de madres que como tu, necesitan apoyo en su maternidad.
Muchas gracias por seguirme en esta aventura
